domingo, 22 de mayo de 2011

Encontrándome

Como llevo un tiempo en modo "gratitud" he dejado otras actuaciones al margen desde hace algún tiempo. Sin embargo, ahora tomo conciencia de la importancia de mis escritos públicos para retomar la fluidez en la comunicación de lo que surge de mí hacia los otros, como una manera más de mostrarme en el mundo.

Y precisamente ahora pienso en esa fluidez en la comunicación y cómo estar en contacto conmigo me facilita el camino que transito hacia los demás. Tan importante es ese contacto genuino que me hace capaz de transmitir de forma auténtica mis emociones, sentimientos, deseos e ideas. A veces este contacto es sutil en la conciencia, porque cuando estoy habituada a ejercitarlo ya no hace falta que lo haga como una acción voluntaria, sino que simplemente se produce. En otras ocasiones, cuando me alejo de mí y no me percato de mis necesidades, me voy de viaje y no estoy ni para mí ni para nadie. Es entonces cuando me quiero llenar de artificios, distracciones y banalidades. Me olvido sin conciencia de todo lo que soy y sólo reacciono a lo que pasa a mi alrededor, desde el otro lado del velo que pongo ante mis ojos.

Cuando me canso de todo eso, comienzo a ver las señales de tanto trasiego y es entonces que vuelvo, a veces a tientas, al camino que dejé plagado de miguitas para recordar como llegar a casa. Vulevo más o menos dolorida, más o menos "perjudicada" o simplemente con experiencias de lo que significa estar en el otro lado. Siento que sólo tengo ganas de mirarme y estar conmigo de nuevo. Estoy un tiempo recogida, y después nuevas sensaciones me inundan cuando por fin permito que las emociones aparezcan. Y cuando las vías de la emoción y la razón se acortan sé que estoy de vuelta.

Después es cuando estoy en mí, centrada y orientada, y desde lo que soy puedo y quiero estar con los demás. Tengo la buena fortuna de encontrarme cada vez más con personas con las que me relaciono desde lo que somos. Una maestra mía, Susi, dijo una vez algo así: "cuando por fin nos quitamos la máscara, es cuando nos relacionamos con personas que tampoco la llevan". 

En este momento mi máscara, pintada de colores y con mirada lánguida, reposa sobre el butacón de la esquina, aburrida y cubierta de polvo, a la espera de otra ocasión, quizá de otra piel distinta que la vista. La miro con ternura porque ha tenido su función, y la guardo en su sitio, para que tampoco se me olvide.