viernes, 17 de febrero de 2012

El pequeño acto de la sencillez


Es sencillo. Quizá sólo baste con un beso al despertar, una sonrisa al mirarte al espejo, una caricia en tu propio rostro. Sólo el pequeño acto de levantarse cada mañana puede encerrar todo un regalo de ternura hacia ti mismo.

Sentir la frescura del agua, la suave sensación del calor en tu piel, vestirte un poquito más despacio hoy, puede ser un acto también de comunicación con tus emociones, tus sensaciones y tus pensamientos.

Tomarte un tiempo durante el día para visualizar tus anhelos, tus deseos, para recordar aquello que te reconforta y te sosiega cuando te sientes vencido, cansado. Ése puede ser un acto de amor hacia ti mismo.

Encontrarte con tus amigos, escuchar a alguien que necesita ser escuchado, compartir una confidencia o telefonear a tus seres queridos, incluso decir “buenas tardes” a alguien a quien no conoces puede ser un acto de amor hacia los demás.

Elevar la mirada y contemplar la vista mientras se transita por el bullicio, hacer una breve parada en aquel lugar pintoresco ajeno al ajetreo de la cotidianeidad, puede ser el acto de buscar la belleza aún cuando se piensa que ésta es difícil de encontrar.

Reducir el paso y disfrutar del paseo sintiendo cómo tu corazón se aquieta y la celeridad se apaga puede ser el acto de disfrutar de tu momento.

Salir al campo, sentir tus pasos firmes bajo tus pies y el aroma de la vegetación, puede ser el acto de estar en contacto con la naturaleza.

Y al final del día, meditar acerca de lo acontecido, evocar con afecto lo que se ha tenido y perdido, los pasos que se han dado, o pensar en aquellos que están a nuestro lado y pronunciar suavemente gracias, puede ser el pequeño-gran acto de vivir la vida.

Feliz tarde.