sábado, 11 de diciembre de 2010

El extraño viaje

Una mañana, al despertar, abre la ventana y observa; todo lo que ve a su alrededor le resulta desconocido, a la vez que ligeros atisbos de familiaridad rodean los edificios, monumentos y callejuelas de una ciudad bulliciosa. Decide salir a pasear, a reunirse con alguien o a huir de algo, y mientras camina, los extraños monumentos, modelos tomados de la mitología romana parecen cobrar vida, y cuanto más avanza hacia su descubrimiento, más se interna en pequeñas calles, oscuras, sombrías, que tras sus esquinas esconden más y más pequeños pasadizos, hasta que al final de una de ellas, por fín llega a encontrarse con el antiguo templo, justo frente al mar. Situada en el pórtico de la entrada, no se da la vuelta para observar la inscripción del friso, sino que avanza hacia la orilla, donde se da cuenta de cómo en la distancia, el horizonte se cubre de agua coronada por crestas de espuma, que avanza sin descanso, formando una gigantesca ola más grande y más alta que todos los edificios de la ciudad. Entonces corre, buscando un lugar donde guarecerse, o algo a lo que agarrarse. Casi siempre lo encuentra, y siempre está sola cuando lo hace. La ola no llega, porque el escenario cambia de pronto o porque se despierta. 

Entre las brumas del sueño, trata de dilucidar qué le ha llevado a encontrarse de nuevo en esa ciudad tan hermosa, tan conocida y a la vez con tantos secretos por desvelar. Lástima que en esta ocasión apareciera por medio el tsunami, que estropeó la cálida sensación de que todo permanece y queda en pie, como esas viejas estatuas enormes, que desde su atalaya observan a los transeúntes en su devenir, escudriñando sus pequeñas vidas repletas de amores, desengaños, pérdidas e ilusiones. Otro día se detendrá con más tiempo junto a ellas, acariciará su fría piedra y todo será perfecto. 

Es lo que ocurre en los sueños. Nada tiene sentido, y en realidad todo tiene significado. Y quizá al margen de que resulten completos, jamás nos parecerán perfectos. Y pienso que ahí precisamente, radica su encanto y su magia.

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