jueves, 26 de enero de 2012

Los 40 ladrones

De vez en cuando recurro a la lectura por algo más que por puro placer y entretenimiento, a veces busco deliberadamente ideas e inspiración. Esta tarde he querido tomarme un lapsus de tiempo para la lectura con este último fin y me ha alegrado encontrar en el libro de Verena Kast Alí Babá y los cuarenta ladrones (Editorial Desclée de Brouwer, 1989) lo que escribo a continuación:

"El empobrecimiento intrapsíquico de las personas no se debe únicamente a que adopten una actitud falsa frente a la vida; en algún lugar encontraremos siempre algunas fuerzas rapaces que están robando aquello que no les pertenece." - Y aquí me paro para aclarar que no voy a reflexionar sobre política, y que no es mi intención analizar el panorama actual al menos por ahora. - .

¿Qué nos puebla la mente, el alma y el corazón? ¿Qué fuerzas habitan en nuestro interior que no reconocemos pero de la que sí advertimos su efecto?

el texto continúa así: "Si tenemos la impresión de que cada vez nos van quedando menos energías para vivir y que perdemos la ilusión en aquello que hacemos y que antes realizábamos sin dificultades, es que nos ha llegado la hora de iniciar la búsqueda de los ladrones, de buscar esas parcelas rapaces que existen y actúan en nosotros, y que se escapan a nuestro control consciente".

La aportación de esta autora con el estudio de este cuento tan conocido señala claramente la influencia y el poder de cada una de las características intrapsíquicas que en mayor o menor medida nos gobiernan. Dicho así, puede parecer que tenemos fuerzas internas que nos asustan, que nos debilitan o que nos alienan. Es así. En cada uno de nosotros se representan diferentes parcelas que plasmamos en arquetipos, en metáforas, personajes, roles o papeles diferentes. El ladrón, el héroe, el malvado, el asesino y una larga lista de nombres que nos permite poner fuera aquello que llevamos dentro. Es motivo de reflexión cómo somos capaces de rechazar-nos tanto y/o vanagloriar-nos tanto, cómo repartimos bien y mal, como nos limitamos estrechando nuestras miras y nuestro comportamiento, mientras dejamos pasar la vida, la energía se agota, las ilusiones se alejan.

Me surge la pregunta de cuántos seres queridos, conocidos y gente cercana puede estar sufriendo, sintiéndose dentro de un atolladero sin salida, experimentando cómo las fuerzas menos reconocidas, los ladrones, les atemorizan y cohartan, porque además, ¡son 40!. Siento tristeza por esta energía que nos asola a muchos y de la que cuesta desapegarse.

Alí Babá, cuenta la historia, cuando vió aparecer a los 40 ladrones se escondió en lo alto de un árbol; desde allí contempló a los ladrones, fuertes y rudos, entrar y salir de la cueva secreta. Se sentía a salvo, protegido entre las ramas y las frondosas hojas de la mirada de los ladrones, mientras que él no los perdía de vista. Cuando el peligro que intuía pasó, pudo bajar del árbol, no antes.

"(...) Reflexionar sobre nuestra propia vida puede proporcionarnos serenidad: podemos comparar nuestra vida con el árbol que ha crecido y se ha desarrollado llegando a ser lo que es (...) quizá incluso caigamos en la cuenta de que un árbol logra crecer tanto en los buenos como en los malos tiempos."

Que tengáis una feliz semana.

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