martes, 7 de septiembre de 2010

EL BOICOT




¿Qué es el boicot?
 
Boicot debe su epónimo a Charles Cunningham Boycott, administrador irlandés y primer hombre oficialmente boicoteado de la historia.
 
Definición de boicotear: 1. tr. Excluir a una persona o a una entidad de alguna relación social o comercial para perjudicarla y obligarla a ceder en lo que de ella se exige. 2. tr. Impedir o entorpecer la realización de un acto o de un proceso como medio de presión para conseguir algo.

Es decir, el deporte favorito de muchos. Aquí voy a hablar del boicot  solamente referido a uno mismo.  Algunos pasan toda su vida tratando de boicotearse en decisiones vitales, en momentos de disfrute, en puntos de inflexión, en crisis, etc. Es igual, la cuestión es interrumpir el ciclo de satisfacción de necesidades. El ciclo está compuesto, por orden, de las siguientes fases: Sensaciones, toma de conciencia, energetización, acción, contacto, satisfacción, retirada y retorno al punto cero. Este ciclo se encuentra en todos los órdenes de las actividades humanas, desde comer, hasta mantener una relación sexual, estudiar un temario, etc.

Una de las formas de boicotearse, de las más queridas por muchos, es el llamado mecanismo de desvalorización (bloquea el ciclo en la fase de contacto e impide la satisfacción); por ejemplo, cuando damos una fiesta para nuestros amigos en casa, en la que contamos nuestros mejores chistes, nos vemos fabulosos y somos los mejores anfitriones, y al acabar la fiesta nos decimos que tampoco ha sido para tanto, el vino tinto se ha acabado pronto y la tempura de verduras estaba fría. Además, seguro que aunque todos parecían pasarlo bien, prefirieron la fiesta que dio menganito la semana pasada.  Cuando estábamos en plena fiesta lo pasábamos bien, pero el cristal con el que se miran los acontecimientos pasados puede variar en función de nuestro estado de ánimo y de nuestros pensamientos automáticos. Toda una red de creencias limitadoras se extiende entre nosotros y el disfrute pleno de una fiesta, un concierto, una conferencia en la que hemos sido vocales o una tarde libre con nuestra pareja. “Siempre podría haber sido mejor” es uno de los grandes pensamientos equívocos a la hora de valorar una situación. Las percepciones distorsionadas acerca de la realidad, nos llevan a confirmar lo que ya sabíamos: “no somos lo bastante buenos” o “siempre falla algo”.

La desvalorización es el mecanismo de defensa que impide la satisfacción de la necesidad una vez realizado el contacto. Nos impide sentirnos satisfechos con lo que hemos hecho. Es como una especie de duende verde que viene a decirnos “tampoco es para tanto”, un frustrador profesional que se nos cuela en la mente y nos susurra en la oreja que no debemos abandonarnos al disfrute, aún no, porque aún no es el momento perfecto para hacerlo, porque “ya sabemos que siempre podría haber sido mejor”.

El problema es que es del todo improbable que encontremos ese momento perfecto para que todo resulte conforme a nuestras expectativas, sobre todo cuando sólo se trata de una excusa para no disfrutar de lo que tenemos en el momento presente. Por tanto, a mi juicio la desvalorización es impulsada por un mecanismo de falta de contacto con el momento presente, el aquí y el ahora. Se produce un desajuste entre nuestras expectativas (que se colocan en el futuro) y  lo que tenemos ahora (que se coloca en el presente):
 
Expectativas exigentes (tengo que hacer/ tiene que pasar) + la realidad de lo que hago o lo que pasa = insatisfacción, desasosiego, ansiedad...

    Por desgracia el ciclo se puede repetir una y otra vez sin llegar a una retirada que cierre el evento, la necesidad que queríamos satisfacer con lo que hacíamos. Es lo mismo que si nos comemos una pizza que nos apetece mucho y después, con el estómago lleno, nos decimos que hubiera sido mejor comernos un plato de pasta.

Ya lo dijo Ortega y Gasset, "Lo que más vale en el hombre es su capacidad de insatisfacción". Y a veces, lo que más pesa, también.

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